Mensaje del 10 de Enero de 2003

 

(La recipiente) “Ayúdame a  ver y a ver correctamente y describir los detalles y la belleza.  Parece ser un hermoso tabernáculo suspendido del cielo. Cubierto en luces doradas y blancas y la puerta  . . . . la puerta  .  .  .está cerrada.  Ayúdame, Madre, para que pueda comprender.   Multitudes y multitudes de Ángeles rodean el tabernáculo que es tan brillante que apenas lo puedo mirar.  O, mi Jesus.”

 

“Mis queridos hijitos,

 

Pidieron sabiduría para poder comprender que Dios los aconsejara y que los llevara dentro de Su corazón donde aprenderían de la belleza que habita en cada corazón.  Pues  cada uno somos un tabernáculo donde Cristo, El Senor, abita. Los tabernáculos de muchos corazones se han cerrado pues han perdido la fe. Han perdido el poder de la comunión espiritual con Mi Hijo.

 

Queridos hijitos preciosos,

 

Estos tiempos son tan grandes que deben aprender. Deben aprovechar cada oportunidad que Dios les da . . . . el tabernáculo de sus corazones . . . reciban a Mi Hijo para que El habite con ustedes por siempre y mientras asisten a la Santa Misa . . .  el tabernáculo de sus corazones se abre a recibir a Jesus El Salvador que desea hacer todo en Su poder para traer paz en cada vida de Sus hijos. Cuando Cristo habita contigo y dentro de ti allí está Su paz, Su fuerza... Hay perseverancia para continuar cuando la vida parece difícil. La ven los corazones que le abren sus puertas para recibirlo y ven los que permanecen cerrados. Oren, Mis hijitos, pues el mundo está muy necesitado de la oración, pues Dios  verdaderamente debe reinar en los corazones de cada uno de Sus hijitos. El amor debe fluir. El amor de Dios debe brillar en cada corazón para que todos vean  . . . que Cristo vive en ti.

 

Hacen tantas preguntas (lenguas).  No solo eres tu Mi hija, la que siente este vació, la soledad, la incertidumbre de la vida.  Muchos por todo el mundo que luchan por hacer la voluntad de Dios y permanecen en paz haciendo solo eso, confiando en Su misericordia.  Pues solo confiando en la misericordia de Dios la paz será restaurada en tu alma y la luz de amor que arde brillantemente en ti. Pues ahí no existe el temor sino el gozo.  ¿Confías en tus padres?  ¿Vienes a ellos con tus problemas?  Si, muchos lo hacen, pero hay unos que tienen temor a revelar las cosas más sencillas de la vida que los han desviado y por eso dejan el buen consejo de los padres.

 

 Dios los llama, Sus hijos. Los llama por amor y por ese amor y por obediencia vengan a Él.  Compartan con Él.  Dejen que los ame, los perdone y los abrace por toda la eternidad.  Una vez más, Mis hijitos, deben escoger. ¿Está la puerta del tabernáculo de tu corazón abierta y lista para dar la bienvenida a Mi Hijo?”
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