12 de Agosto de 1997

 

(Al erigir la Cruz y la Madona en la montaña el tiempo estuvo muy tempestuoso a nuestro alrededor.  Nosotros tuvimos un círculo de cielo azul varias horas ---- nunca nos llegó la tormenta)   (Maria)

 

Mis queridos hijos,

 

Gracias, pequeños Míos, por lo que ustedes han aceptado en fe como un llamado Nuestro.  Miren en la montaña y vean con sus corazones la multitud de ángeles cuyas alabanzas jubilosas se elevan hacia el trono de Jesús.  Sepan, preciosos Míos, que Jesús en su misericordia ha permitido esta jornada para perfeccionar los corazones de aquellos quienes han escuchado y respondido a Su llamado.

 

Los acercamos a Nuestros corazones para suavemente acariciar las heridas causadas por las pobres almas descarriadas, las cuales no abandonaron sino las elevaron hacia Mi Hijo para obtener Su misericordia y perdón. Regocíjense, preciosos niños Míos, porque el cielo se regocija con ustedes.
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