2 de Mayo del 2003

 

(El siguiente mensaje se recibió el Viernes por la  tarde en Elburn, Illinois.  Fue transcrito como se dictó sin ser grabado.)  

 

Hija Mía, 

 

Compartir con los demás es exponerse a tantas aflicciones que causan heridas en  tu propia alma ......  y de esa manera eres vulnerable, o mejor dicho, víctima del escepticismo y la duda.  Dentro de este perímetro está la arena de los mártires por Cristo.  ¿Y cómo puedes defenderte?  La  respuesta es que no puedes hacerlo.  Cristo es el defensor en toda verdad y sabiduría. 

 

Habla libremente sin detenerte, de la gran  misericordia de Dios y encontrarás confianza en la intervención divina. Dios permite situaciones difíciles para perfeccionar Sus almas  escogidas. 

 

Estas palabras las he dicho muchas veces  anteriormente, y sin embargo, no  las toman en cuenta. Si hablo en grandes términos teológicos se  confundirán los sabios y los humildes de corazón piden absorber tanta  sabiduría y grande será su  recompensa. 

 

Viven en un mundo de confusión y de gran diversidad de creencias.  Solo hay un Dios verdadero y omnipotente.  Aunque Todopoderoso, está lleno de misericordia y compasión. 

 

Vengan a alabar Su Santo Nombre.  Apártense, repito, apártense de las posesiones del mundo . . . pues todo lo que poseen es el don de Dios para cultivar Su reino.  Cultiven  los campos de las almas y grande será la recompensa en el cielo. 

 

(Comentario de la recipiente)  Este mensaje parece ser muy sencillo y directo y es  precisamente en estos mensajes que Nuestra Senora nos hace ver más allá de las palabras al verdadero significado de ellas. Compartir con otros es actualmente tener hambre por las almas.  Es el deseo íntimo de cada corazón que pertenece a Cristo para evangelizar la  Nueva  Noticia de la Salvación  y capturar todas las almas con el amor de Cristo. Haciendo ésto es cuando nos exponemos a las críticas y a otras nubes de negativismo que oscurecen nuestra visión, el enfoque de seguir a Nuestro Senor  Jesucristo. Es cuando  luchamos en nuestro esfuerzo a la conversión. Sin embargo, hay gran gloria  en  este esfuerzo, mientras nos aferramos a Jesus, y El nos forma en los  instrumentos que El ha escogido.  ¿Serán éstos los mártires de los que nos habla Nuestra Madre? ¡Que gozo, O Senor, llevar las cicatrices del Amor Divino!

 

( No hubo mensaje público el 9 de mayo)
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