21 de Marzo del 2003

 

Lean lo siguiente. El siguiente mensaje se recibió durante el Rosario del Viernes en el cañón en la Colina de Maria y fue transcrito de la cinta que se usó para grabarlo.  El  visual en este mensaje continúa con la Pasión de Cristo como lo indicó Jesus en el mensaje del 14 de Marzo de 2003.   Como con todos los mensajes, se les urge orar al Espíritu Santo para discernir mientras lo leen. 

 

(Saludo del Ángel)  “Hijos de Dios, 

 

Regocíjense y prepárense pues El Todopoderoso está ante ustedes.  Escuchen  Sus palabras. . . abran sus corazones. . . recíbanlo.” 

 

(Jesus): “Hija Mía,

 

¿Es lo qué deseas ver esta noche . . . la jornada que debes tomar y las que siguen?  Ve profundamente a Mis ojos para que puedas ver Mi dolor y Mi gozo . . . pues vengo para cada uno de Mis hijos.” 

 

(Visual de la recipiente)Veo a mi Senor como nunca recuerdo haberlo visto.  Antes... de gran estatura ... majestuoso ... y sin embargo tiene un color gris casi como  una máscara de dolor y sufrimiento. Corre hacía los brazos abiertos de Su Madre.  Dignidad y alabanza donde Sus corazones están unidos, latiendo como uno por las almas.  Uno  mira al otro, no hay palabras, pero saben que deben  partir, pues Él tiene una misión que cumplir. Veo el dolor en la faz de la Madre que comprende el dolor de Su Hijo y sabe que no lo puede detener pues la misión de El también es la de Ella,  pues no importa dónde estén, Sus corazones siempre están unidos.  El toma un paso hacía atrás, Ella tiembla.  Él pone sus  manos en Sus brazos y toma la cabeza abatida en Sus manos y levanta su cara  para que una vez más se  puedan mirar pues saben lo que está por venir.   El se retira y voltea a dirigir Su mirada de amor y comprensión una vez más hacía Ella y apresuradamente sigue Su jornada alejándose de este hogar, de este corazón que se une intensamente al de Él. 

 

Mi Senor, no sé porque me has puesto aquí.  ¿Qué es lo que debo hacer?  Me pides sea una madre para muchos y deseo poner Mis brazos alrededor de esta Madre Santa y secar Sus lágrimas y aminorar su sufrimiento y soy tan indigna,  pero Ella recobra Su serenidad, tristemente pero de una manera real. 
Digo  en voz baja... debo correr, Madre, para alcanzarlo pues El no puede estar sólo... no podemos dejarlo sólo.  Pido Tu permiso para estar con Él con cada paso que Él tome, para padecer el dolor que Él siente... y corro... y corro.... llego al jardín... y es muy tarde.  Lo rodean (Está atado con cadenas y mecates) ¿Cadenas y mecates rodean al Amor Divino?  No comprendo, Madre,  pues las cadenas y los mecates son como paja para El Senor.  Pero con Tu gran amor escoges ser atado y arrastrado ....  si apenas caminas. Te han atado tan fuertemente y te fuerzan a caminar por las ramas que raspan Tu cara y enredan Tu cabello.  Te tratan bruscamente y las palabras que te dirigen no las  puedo repetir, pues allí estoy, Mi Jesus, pequeña como soy, polvo que  soy,  para hacer reparación  por todos los pecados que se han cometido contra Ti ... y por los cuales vas a sufrir tanto.  

 

Hay  un arroyo.  No sé como lo va cruzar si casi no puedes caminar.  Y  lo jalan.  Lo jalan y Su cabeza cae en el agua y se pega contra una piedra y la piedra queda  sangrienta y no les importa.  Lo levantan, lo levantan solo por que saben el horror que todavía Le espera.  Este que dice ser El Hijo de Dios, ésta alma amorosa, humilde y mansa que ahora está cubierta de lodo y suciedad a causa de nuestros pecados.  Quiero correr hacía Él (si no tengo nada con que limpiarlo y verlo hermoso como es Él,  y no puedo).  Solo puedo implorar y orar y voy a unir mi corazón al Tuyo y  pedirte que nunca me separé de Ti.  Permíteme, Senor, tomar el abuso, los insultos, y las ofensas en  reparación por todo lo que se te ha ofendido. El está con una mirada amorosa, veo a Sus ojos, y me dice;” 

 

“Ama, hija Mía, ámalos y perdónalos pues si los amas y los perdonas completaremos esta jornada juntos. Tú sabes lo que está por venir.”

 

“Hija Mía, te amo.” 
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